“Todas las pasiones son buenas cuando uno es dueño de ellas y todas son malas cuando nos esclavizan” Jean Jackes RousseauSeguro que la mayoría de lectores que me siguen entienden lo que explico pero estoy segura que tan solo unos cuantos se sienten identificados y comprenderán a la perfección lo que expresan mis palabras, porque ellos/as mismos/as lo han sufrido en sus propias carnes (en este blog me refiero siempre a la mujer como la víctima aunque está claro que también es aplicable al hombre).
Solo quien se encuentra dentro de este círculo vicioso sabe
los ‘síntomas’ que deja esta ‘enfermedad’ porque desde fuera se observa la
REALIDAD y tengo que recordar que estas relaciones no son realidad, no son normalidad,
son historias abstractas, de otro mundo, de otra dimensión, historias que
resultan complicadas de comprender para aquellos que no lo viven en primera
persona, ¡jamás lo entenderán!
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Imagen de Santo Tomás Moro |
Sin duda cuando se ven los toros desde la barrera no parece
tan complicado ‘el arte del toreo’, pero muchas veces por muy bien que esté
preparado el torero, por muy concienciado que esté y por mucho esfuerzo y
dedicación que haya dedicado, recuerden que nos encontramos frente a un ‘toro’
indomable, duro como una roca, ágil y de
bravura indomable, características incambiables por que esa es su naturaleza.
Desde la barrera es muy fácil afirmar: ¡A mí nunca me
pararía nada similar!, ¡yo no me dejaría engañar de esa forma! o ¡yo me haría
respetar!
No obstante cuando una persona está enamorada de forma
incondicional y cuando se implica en este tipo de relaciones pasionales y
destructivas, todo se ve diferente, de otro color. Sin embargo el ‘toro’, que
no ve, que para el no existen los colores, seguirá corriendo hacia el frente,
sin pudor, sin compasión, llevándose todo aquello que pille por delante, sin importarle el
sufrimiento ni el esfuerzo del torero.
Y es que para muchos el amor es una carga, una cruz que
llevan a cuestas porque no saben, no quieren o no pueden amar y querer de una
manera más saludable.
Estas personas se consumen, se agotan, se debilitan y se
marchitan como una flor en el desierto.
El amor les exige demasiado y dejan ser ellos mismos en el
afán de sacar a flote una relación tan irracional como angustiante.
Esto no es amor, es intoxicación afectiva. El amor no exige
sufrir, ni perder el norte, ni mucho menos alterar su identidad, ¡hay que vivir
el amor, no morir por su culpa!
Pero nos encontramos ante una ceguera emocional, es por este
motivo por el que la visión de la ‘víctima’ nada tiene que ver con la de una
persona ajena.
El sentimiento decidió por ellos y les arrastró con la misma
fuerza que lleva un río desbordado. Por que el amor dispone de una inercia que
puede desembocar en cualquier parte sino se interviene y se impone la voluntad
a tiempo.
Son personas atrapadas en niños emocionales, personas que
ruegan, que suplican, que se arrastran, que se humillan y que esperan milagros.
Personas que no son conscientes de la necesidad que tienen
de llevar a cabo una revolución afectiva y retomar de nuevo las riendas de su
vida.
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Que bonito! No puedo comentar, sino alagar lo bien que lo has reflejado. Tienes un don con las palabras! Se que encontraras la puerta de salida, todo principio tiene un final, y este ya esta escrito. Viví contigo el comienzo de esta larguísima historia y quiero vivir su final. un besazo preciosa!!!
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